martes, 15 de septiembre de 2009

Juan Martín del Potro... ¿qué más?


Por favor, permítanme un minuto de distracción... ayer seguí el partido de tenis de este jóven deportista argentino que llegó al US OPEN sin estridencias, con perfil bajo, demostrando una humildad singular... Me recordó aquel triunfo de Guillermo Vilas y ambos merecen mi admiración como personas y desde luego como deportistas. Juan Martín Del Potro acumuló en pocas horas el haber triunfado ante dos grandes del tenis mundial, Rafael Nadal y Roger Federer de quiénes nadie en su sano juicio podría poner en duda sus capacidades y talentos... Ello entonces guarda un mérito singular que se sustenta en el esfuerzo. Por ello, por todo lo que ello significa e implica me permito decirte Juan Martín, "mantente en esta senda que vienes bien y andarás mejor"
. "No pierdas nunca la humildad que te caracteriza y te marca. Los partidos se ganan y se pierden y tus dos adversarios demostraron una vez más por qué están donde lo hacen. Un aplauso desde alma para los tres".


La garra de Del Potro, al ganar un punto ante Federer; al argentino entró en la historia del tenis
Foto: Reuters

Tenis / Un campeón para la historia
Del Potro: un grito al mundo en su hora más gloriosa
Marcó un hito en el deporte argentino: es el más joven en ganar un Grand Slam; en una muestra de valor y entrega, derrotó por primera vez al N° 1 del mundo, Roger Federer, y conquistó el US Open

Noticias de Deportiva: Martes 15 de setiembre de 2009 | Publicado en edición impresa
Por José Luis Dominguez
Enviado especial


NUEVA YORK.- En la historia quedará Juan Martín del Potro. En los libros hay lugar para su gran conquista, para la hazaña más grande, para el sueño que siempre tuvo y que hizo realidad. Su imagen besando la copa de campeón del US Open recorre el mundo y quedará para siempre en las retinas del tenis argentino. Inolvidable Del Potro, la Torre de Tandil que llegó a lo más alto, que sacudió Flushing Meadows. Magnífico Del Potro, el nuevo campeón de Grand Slam que tiene la Argentina. Eterno será el recuerdo de una final asombrosa, con una victoria nada menos que sobre Roger Federer, el número 1 del mundo, el que era el quíntuple campeón, el que se había olvidado de perder en la Gran Manzana.

Esa ilusión que Del Potro tenía desde pequeño estaba muy cerca. El tandilense recorrió un sendero de años de trabajo y sacrificio hasta desembocar en este encuentro estelar contra Federer. La victoria por 3-6, 7-6 (7-5), 4-6, 7-6 (7-4) y 6-2, en cuatro horas y seis minutos, le permitió convertirse en el cuarto tenista de nuestro país en conquistar uno de los torneos más grandes, tras la ruta de Guillermo Vilas, Gabriela Sabatini y Gastón Gaudio. Todo es todavía muy fresco, pero se percibe en el aire la magnitud de un éxito con carácter de epopeya. Ya lo es el hecho de ganarle una final mayor a Federer -algo que sólo había conseguido Nadal-, pero también es imborrable cómo lo consiguió.

Toda la responsabilidad y la ilusión se subieron a la espalda de Del Potro en el tercer lunes del abierto norteamericano. Bajo un sol espléndido, el Arthur Ashe, el estadio más grande de tenis del mundo, esperaba por otra consagración de Federer o el nacimiento de una nueva estrella. Además de ir en busca de su ilusión, el argentino estaba ante un examen formidable. Ganarle a Federer en un certamen en el que el suizo acumulaba seis años sin derrotas, con el bagaje de títulos y experiencia del número 1 del mundo en esta clase de compromisos, es una enormidad. Lo hecho por Del Potro es gigantesco.

En una jornada de leyendas, el mítico Rod Laver -el único hombre que ganó dos veces los cuatro Grand Slams en un año- se encargó de recibir a los finalistas a través de un video en el court central y desearles buena fortuna. A las 4.18 de Nueva York comenzó lo que, de arranque, fue una cátedra de Federer. A sabiendas de la inexperiencia y la ansiedad de su rival, el suizo le tiró enseguida la camiseta. Federer mandaba con una táctica -usar el slice para bajarle la pelota al argentino y subir a la red para presionar- que incomodaba a Del Potro. Quebró enseguida, con un passing cruzado que levantó a la gente. A pesar de que no estaba sacando bien, Federer dominaba con anticipo y manejaba el encuentro a su antojo. El argentino no estaba jugando mal: hacía lo que podía y buscaba subirse al partido. El partido transitaba una lógica irremediable, carente de emoción a partir de una cadencia sostenida. Federer, al mando del timón, ya tenía el primer set en el bolsillo y se encabezaba a quedarse con el segundo. Sacaba 5-4 y 30-15, y ante un globo del argentino, respondió con desdén; en vez de quedar set-point, su remate se fue largo. Del Potro hizo el resto y con dos passings paralelos lo quebró por primera vez. Sediento de emoción, el Ashe rugía con el aliento y el creciente "Olé olé olé, Delpo, Delpo". Pese a ser un experto en esconder sus emociones, a Federer se lo veía nervioso. El argentino, que había soportado el temporal, encontró la llave y se quedó con el segundo set en el tie-break.

A partir de allí, el N° 1 ya no sería el mismo. Dueño de una fortaleza mental extraordinaria, Del Potro emparejó el desarrollo. Errático y sin saque, Federer ya no subía como antes; se repartieron quiebres mutuos, y al argentino se le escapó el tercer parcial en un game de saque con dos dobles faltas. Pero, lejos de derrumbarse, volvió a la carga. Nervioso, algo desconcertado, definitivamente fuera de foco, el suizo perdió su saque (2-3); lo recuperó un rato después (4-4), pero Del Potro ya lo estaba llevando al límite. De todos modos, Federer estuvo a dos puntos del título, con ventaja de 5-4 y 30-30 con el saque de Delpo, que escapó de ese momento difícil con un ace. Fueron a otro desempate, aunque el argentino ya mandaba con el drive cruzado, y también con los paralelos. Furioso, el número 1 se quejaba de un par de fallos al umpire Jake Garner, incluido algún improperio extraño en su condición. La gente se repartía entre uno y otro, al mismo tiempo que caía la noche sobre Nueva York. Federer se perdía en una nebulosa y Del Potro quebraba para tomar distancias en el quinto set. Nunca le había podido ganar, y ahora estaba ahí, a su merced. El mundo empezaba a vislumbrar la proeza. A las 20.25, el último error de Federer le abrió la puerta de la historia a Juan Martín del Potro, que se dejó caer sobre el cemento. Es el 51er campeón de Grand Slam en la era abierta. Después de Vilas y Sabatini, un argentino se consagró en Nueva York. En un escenario de leyendas, Del Potro se convirtió en campeón. A lo grande.

222 km/h es la velocidad del saque más rápido que anotó Del Potro, la más alta de su carrera; fue ante Federer, en su primer triunfo ante el suizo en siete partidos.

No hay comentarios: